Saltando de una entrada a otra en el blog Serendipia, y aprovechando que estamos en el mes de los libros sobre libros, no pude evitar echar el ojo al libro que traigo hoy, por lo que al día siguiente lo cogí en la biblioteca (este año he vuelto a empezar a frecuentarla) y comencé a leerlo.

La novela nos traslada a Estados Unidos, a principios del siglo XX. Ahí conocemos a Helen McGill, una granjera de mediana edad que ha pasado gran parte de su vida cocinando y haciendo pan para su hermano Andrew, con quien vive. Andrew consiguió publicar un libro que fue todo un éxito y las editoriales no paran de perseguirlo para que escriba otro, cosa que no hace sino reforzar la idea de Andrew de que debe hacerlo. A Helen todo esto le parece una locura y hace todo lo posible por que Andrew deje de dedicar tantos esfuerzos a la literatura y se centre en el trabajo "de verdad". Sin embargo, la vida de Helen cambia cuando aparece en la puerta de casa un hombre, el señor Mifflin, con la intención de vender a Andrew un curioso carro tirado por un caballo que no es sino una librería ambulante. Helen, temiendo que Andrew acepte en cuanto lo vea, decide adelantarse y lo compra ella misma. Así comienza su aventura como librera ambulante.
Cogí este libro con muchas ganas, ya que combinaba dos de los elementos que me encantan, los libros como parte de la trama y los paisajes rurales para su desarrollo.
Me ha parecido una historia agradable, que se lee con gran facilidad y nos deja un buen sabor de boca.
Los personajes no son abundantes y están muy bien perfilados, cada uno en su línea, todos tienen algo que les caracteriza. Me ha gustado mucho conocer la evolución de Helen, una mujer sin aspiraciones, que se conformaba con realizar bien las tareas del hogar, y se convierte en propietaria de un negocio con la intención de vivir una aventura.
Por otra parte, los paisajes están igual de bien descritos, y podemos hacernos una idea de los caminos por los que avanza poco a poco el Parnaso (así se llama la librería ambulante).
Las referencias a los libros también tienen su lugar en la novela, ya que el señor Mifflin es un gran conocedor de ellos e intenta inculcar a todo el mundo su amor por ellos, aconsejando a cada cual el que mejor le va, y desaconsejando novelas cuando cree que alguien aún no está preparado para leerlas.
Lo que menos me ha gustado, pero esto es muy personal, ha sido que no he encontrado la vida de los pueblos rurales que esperaba encontrar en el libro. Se centra en las aventuras nómadas de los protagonistas, pero apenas vemos cómo es la vida en los pueblecitos en los que paran. Sin embargo, esto es algo que yo he echado de menos porque me gusta leer sobre la vida en los tranquilos pueblos rurales del siglo pasado.
En conclusión, me ha parecido una novela muy agradable, con la que pasar un buen rato. Me habría gustado seguir leyendo, y eso suele ser buena señal.
Mi puntuación para este libro: 7,5/10
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